Sara Elizabeth Sus Carrizosa – Alergóloga Clínica
La rinitis alérgica es una enfermedad que afecta la nariz, se caracteriza por la inflamación de la mucosa nasal que se produce luego la exposición a alérgenos ambientales. Es la enfermedad alérgica respiratoria más frecuente en la mayor parte del mundo.
Los principales síntomas que se presentan en los pacientes con rinitis alérgica son:
Estos síntomas se presentan de forma recurrente y no están asociados a infecciones virales (para diferenciarlo de la gripa). Además de los síntomas cardinales, antes descritos, en la rinitis alérgica también pueden presentarse síntomas oculares como:
Otros síntomas frecuentes son:
Los síntomas de la rinitis alérgica afectan de forma significativa la calidad de vida, ocasionan alteración del sueño, ausentismo escolar o laboral, y gastos en salud, que la hacen un problema en salud pública.
Anteriormente se pensaba que la rinitis alérgica solo se trataba de un problema en la nariz, sin embargo, ahora se sabe que es una enfermedad sistémica que compromete todas las vías respiratorias, afectando también el tracto respiratorio inferior. Por lo tanto, se ha asociado con: asma, sinusitis crónica, hipertrofia de adenoides, conjuntivitis alérgica y otitis media serosa.
La rinitis alérgica puede ser tan frecuente como en el 20% de los adultos y 40% de la población infantil, lo que la hace muy común entre las personas y conlleva a que en ocasiones se le considere como algo normal diagnósticos diferenciales.
Es importante recordar que la causa más frecuente de Rinitis crónica es la rinitis alérgica, sin embargo, existen otras causas de rinitis crónica diferentes de la alergia que deben tenerse en cuenta como diagnósticos diferenciales:
Es importante recordar que la rinitis alérgica es una enfermedad inflamatoria del tracto respiratorio, y su tratamiento está determinado por la gravedad de los síntomas que presente el paciente (síntomas leves o moderados/graves). La gravedad depende de que tanto afectan los síntomas las actividades diarias como por ejemplo estudiar, trabajar o dormir.
También es importante para elegir el tratamiento, determinar la frecuencia de los síntomas, es decir si estos se presentan solo de forma ocasional, o si se presentan de forma persistente (por lo menos 4 veces por semana).
1. Educación: es muy importante que el paciente entienda en qué consiste su enfermedad y como poderla controlar.
2. Control ambiental: limitar en la medida de lo posible la exposición a alérgenos ambientales que sean susceptibles de evitar.
3. Farmacoterapia (medicamentos): los antihistamínicos de segunda generación y los corticoides tópicos intranasales son las principales opciones terapéuticas para controlar los síntomas.
4. Inmunoterapia (vacunas para la alergia): es el único tratamiento eficaz, costo-efectivo capaz de modificar el curso de la enfermedad a largo plazo. Reduce los síntomas y la necesidad de utilizar medicamentos de forma permanente para controlarlos.